lunes, 24 de enero de 2022

The edge of 29

Ir solo al cine no es tan malo como algun@s lo venden. De hecho, puede ser una actividad reconfortante con la que pasar tiempo contigo mismo. Es inevitable acordarme de él cuando voy sola al cine, ya que él también solía hacerlo así habitualmente

Al acabar la película, salí y me enfrenté al frío invernal con mi abrigo recién estrenado. Seguía recordando aquellas veces que fui al cine con él, aquellos meses locos antes de cumplir 25 en los que todo parecía posible, y a la vez imposible. Sumida en mis pensamientos, me miraba en las cristaleras de los comercios y me parecía otra persona; es increíble lo que una prenda puede hacer por tu apariencia. Me sentía más segura y poderosa. Más... ¿adulta?

Antes de la vuelta a casa, entré en un supermercado a comprar unos pocos artículos. Estaba cambiado, más amplio y grande, lo habían reformado y renovado, parecía uno de esos supers que sacan en las pelis americanas donde se dan encuentros románticos casuales. Me encontré con un grupo de adolescentes escogiendo chucherías en la sección de dulces y chocolates, seguramente para ir al cine, a la siguiente sesión, y les escuché hablar sobre cosas que ya no recuerdo. Era un grupo de amigos variopinto, chicos y chicas, nerviosos tratando de decidirse sobre qué comprar, y pensé en lo lejos que me queda ahora mismo la adolescencia. 

Todo este cúmulo de situaciones me hizo pensar de nuevo en el tiempo. En el paso del tiempo. Cuando estás en tus últimos años de la veintena, comienzas inevitablemente a hacer una retrospectiva de cómo ha sido tu vida hasta ese momento. Pero no con el agobio que te ronda antes de los 25, en plan, ¡¡Oh dios mío, no he cumplido los sueños de mi vida...!! Eso fue lo que él denominó como "La crisis de los 24", que al parecer estábamos todos los de mi generación sufriendo prácticamente al mismo tiempo: ese momento en que empiezas a darte cuenta de que cumples años y vas dejando (bastante) atrás las etapas de adolescencia y de jovenzuelo universitario. Sin embargo, a los 29 el contenido de dicha retrospectiva sigue siendo el mismo, pero ya no con la misma urgencia. Quizá con algo más de templanza. Además, la sociedad quiere que pienses más bien en el tipo de trabajo que tienes, tu pareja, tu estatus a nivel social... Pretenden que pienses más bien en tu vida de adulto que en tus "sueños adolescentes".

Y la verdad, números a parte, mi intención es la de tomarme la vida con calma. En realidad, no me gustaría que mi vida cambiara excesivamente, aunque sé que lo hará en algún momento, debido al curso natural de los acontecimientos que muchas veces se escapan a nuestro control. Pero creo que todavía tengo muchos sueños por cumplir, y no me avergüenzo de decirlo. Creo firmemente que soy joven y que así es como debo sentirme, y que no tengo intención de que nadie me haga sentir mal por ello, o que me haga sentir que ya es hora de que vaya sentando la cabeza porque tengo treinta, más de treinta, o casi treinta, como ahora mismo. 

De hecho, cuando estaba a punto de cumplir 25 me agobiaba mucho con todos estos temas, y todo el mundo no paraba de repetirme que todavía era muy joven, que por favor no me agobiara. Es curioso cómo en apenas cuatro o cinco años puede cambiar tanto el discurso hasta volverse lo opuesto. 

Pues eso, una cifra más, una cifra menos. Sigo tratando de ser aquella persona que quería ser cuando era adolescente. Y creo que cada día me siento un poco más cercana a ello. Eso no debe ser tan malo, ¿no?

¡Nos vemos en el próximo té!

6 comentarios:

  1. Uno, al final, se muere. Pero tenemos toda una vida de ventaja.

    ResponderEliminar
  2. Templanza, sí señor, esa es la palabra. Eso no quiere decir que ya no se pueda desbarrar un día, o dos, o tres. Pero "salirse de uno mismo" y ver las cosas con distancia, serenamente, está muy bien de vez en cuando. Y luego, venga, otra copa.

    No te preocupes por las crisis: a los de nuestra quinta en teoría les afectaba la de los 40 años, pero con lo jóvenes que somos todos ahora (no se sabe muy bien por qué) resulta que se aplazó hasta los 50. Igual cuando tú llegues a esa edad la susodicha crisis ya anda por los 60 o los 70.... Quién sabe.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay días que está bien hacerse el desdoblamiento y verse a uno mismo desde fuera como si estuvieras viendo una peli; me pasa mucho al salir del cine ;D

      Es verdad que cada vez se retrasan más las crisis. Los 30 son los nuevos 20, o eso dicen (pero bueno, en el fondo también te digo que no volvería otra vez a los 20... estoy mejor ahora, eso debe ser buena señal).

      Muchas gracias por leer y comentar!

      Eliminar
  3. Creo que cuando uno se pone a pensar en cosas como estas se agobia. Todo parece confuso y te ves frente a una pared que no te deja ver nada más. Tiene una gracia macabra: hace cinco años eras muy joven para agobiarte y ahora deberías hacerlo porque debes madurar.
    A mí me gusta ir al cine solo, aunque siempre es bueno con una buena compañía.
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay días que no puedes por menos de no dar vueltas a ciertos conceptos, pero necesitas una dosis, no más.

      Ciertamente, puro relativismo cómo cambia el discurso de los demás en tan poco tiempo. La barrera de los 30 dicen que es de las más significativas... Pero bueno, trataremos de darle las menores vueltas posibles.

      Muchas gracias por leer y comentar!!

      Eliminar

Cuéntame tú ;)