jueves, 9 de enero de 2025

Enero

Enero. Viento. Frío. Se acabaron las Navidades. Mañanas oscuras. Días grises. El suelo mojado. Los pies fríos. Ganas de quedarse en la cama y miles de cosas que hacer. Es un poco el resumen de este mes con el que se comienza cada año gregoriano. Me cuesta, válgame la redundancia.

En otro orden de cosas, sí, hace mucho que no publico por aquí. Va para un año. Los últimos meses me tenían deparadas unas cuantas sorpresas y reveses; algunos agradables, otros no tanto. El caso es que, aunque había ideas y a veces también tiempo para escribir, no he sentido el impulso hasta que me he dado cuenta de algo.

Llevo unas semanas un poco agobiada con esto de terminar un año y empezar otro, probablemente porque me siento un poco a mitad de energía para abordar todos los quehaceres que me depara. Por una parte, me gustaría que esos últimos días del año se alargaran. Son para mí, como las últimas brasas de un fuego, están todavía calientes, humeantes, brillantes, consumiéndose y agotándose plácidamente. Como si se tratara de un dulce sueño, los últimos días del año no te exigen mucho. Ya está todo hecho, ¿no? Más o menos. Y aunque no lo esté, poco tiempo queda para remendar nada que no se haya hecho ya. Como si tu lista de tareas pendientes se desdibujara, diluyéndose y pasando a un muy segundo plano mental. Esa tranquilidad mental que a veces solo es capaz de aportar el olvido de lo urgente. 

Pero el tiempo continúa, no se detiene ni se alarga. Así que aquí estamos, en un nuevo año que ha llegado y sigue avanzando. La pequeña tregua de final de año se ha consumido y hay que seguir echando más leña al fuego, porque si no, se apaga y a ver qué hacemos luego. Seguimos en la rueda, ¿no? En la brecha. En lo que sea. Volvemos a la lista de tareas pendientes y a tirar p'alante, por emplear una jerga al uso.

A lo que voy. El caso es que todo ese "volver" me ha generado un cierto agobio estos días. Incluso una especie de bloqueo, como una parálisis por el frío y oscuridad de estos días. Y entonces me he acordado del blog, y de cómo me ha servido muchas veces como válvula de escape para aligerar la carga mental que se genera con el "sobrepensamiento", si es que esa palabra existe. Y me he acordado de otra cosa; un disco de Ron Sexsmith que me ha salvado muchos eneros sombríos y somnolientos. Así que aquí lo dejo. Desconozco si alguien se pasa por aquí (seguramente no), pero por si le pasa lo mismo que a mí, le invito a una escucha sin expectativas. Sin agendas ni lista de tareas pendientes. A ver si así aligeramos cargas y continuamos el camino.

¡Nos vemos en el próximo té!




1 comentario:

  1. Bueno, mis audiciones musicales, aunque diarias, son otras. Ayudan a que el trasiego hacia la jubilación, que es desde hace tiempo mi máxima aspiración, sea más llevadero.:)

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