jueves, 13 de agosto de 2020

Tu ventana

Últimamente todos los días paso enfrente de tu casa. Es curioso como en un par de años apenas he pasado por allí y ahora lo esté haciendo con tanta frecuencia. Todo vuelve, está claro.

No me es difícil localizar visualmente vuestro piso, han sido muchos años de pasar por delante y mirar a tu ventana, o a tu terraza. Ahora el tic prosigue, pero de repente se ha vuelto algo siniestro, porque hace tiempo que, directamente, no nos vemos.

La mayoría de los días tu ventana está abierta, y tu persiana bajada del todo. Pienso en tu madre, y en un padre, y en el afán que comparten con los míos de evitar en lo posible que entre el calor sofocante dentro de casa. Recuerdo a tu madre, y su forma de ser. Recuerdo todo con tanto cariño que duele. No es por regodearme en la nostalgia, es parte de mi realidad. Miro a tu ventana y me siento triste, siento que he perdido algo importante pero que, de alguna manera, sigue ahí. Como si de repente volviera a subir a tu piso y todo estuviera como si nada hubiera pasado. Recuerdo el olor de tu habitación, un poco agrio, debido a la alfombra de lana que tenías. De buena lana, sí, mis padres también tienen un par de ellas del mismo estilo, ¿recuerdas? Recuerdo que nunca me terminó de convencer ese olor, pero era lo que había.

Vivimos mucho en esa habitación, muchas primeras cosas, demasiado como para pasar por delante y no sentirse tentada a mirar. ¿Por qué? Ni idea, una vieja costumbre, que no se pierde por mucho tiempo que haya pasado. O eso parece.

Desde hace varios días tu persiana está algo más levantada, y casi puedo ver algo, aunque en realidad no. Me pregunto si estarás dentro, estudiando, o si estarás en pueblo. O si a lo mejor me ves según paso. Fantasías. También te digo que me pasa mucho, que me parece verte por la calle, pero no eres tú. Pero por un momento siento algo de pánico, pensando en qué hacer: si debo saludarte o no, qué te diría, si te sentirías mal, o si yo me sentiría mal.

Pienso en cómo será ahora tu vida, o en si tu sabes algo de cómo es la mía. De alguna manera absurda y sin sentido tengo la sensación de que lo sabes todo, y estás al tanto de todo. Pero la verdad es que no sé mucho de ti, solo pienso en que espero que seas feliz y las personas que tienes a tu alrededor te hagan feliz. O lo seas todo el tiempo que sea posible. Mientras, seguiré tratando de no mirar a tu ventana, aunque no te aseguro nada.

¡Nos vemos en el próximo té!