lunes, 11 de noviembre de 2019

Elecciones

Nuestras elecciones son las que van dando a conocer nuestro rumbo a seguir. No me refiero a las elecciones de la urna y la papeleta, sino a las que tomamos en el día a día, las decisiones que resolvemos de manera cotidiana. Lo que elegimos y lo que descartamos. Ese cúmulo de decisiones son las que, inevitablemente, determinan el lugar donde estamos y estaremos. ¿Hay sitio para el azar? Por supuesto, en unos casos más que en otros, pero ningún ser humano deja totalmente el rumbo de su vida en manos del azar, del destino o de la divina providencia; hasta el más cristiano realiza sus propias decisiones y se ve determinado por ellas. Con esto quiero decir, y haciendo una referencia bastante pobre a la situación vivida ayer en España, que cada vez soy más consciente del poder que tienen nuestras decisiones en la vida.

El otro día me ofrecieron de una manera muy vehemente ser comercial de una conocida marca de cosmética. El procedimiento fue el habitual: te hago una demostración, vale pues cuando te venga bien, oye me gustaría comprarte tal producto, vale quedamos y te cuento... Etc. Nunca pensé que esa reunión me haría plantearme de una manera tan drástica el momento vital en el que estoy actualmente.

Pensaba que haríamos una transacción rápida mientras tomábamos un café (en mi caso, fue té). Comenzó por preguntarme por mi trabajo, y yo como buena inocente de la vida, le conté todos los pormenores: autónoma, con negocio propio, sacando ideas de donde no las hay, invirtiendo tiempo que no sé si será rentabilizado, picando piedra en redes sociales, etc. Pensé que era una especie de conversación de "amigas", y que de verdad esa persona tenía un interés sincero por conocer todos esos datos. Pero entonces, la pregunta: ¿y tú te ves haciendo eso indefinidamente?

Me dejó los ojos como platos... Hombre, quizá, si he apostado por ello, será porque creo en mi propio proyecto y en mi profesión, ¿no? Pero ahí no acabó la cosa: Porque a mayores de lo que ganas, ¿qué te gustaría ganar? ¿quinientos o mil euros más...?

Puede que cualquier otra persona que no esté en una situación tan delicada como la mía encuentre estas palabras algo normal: una captación comercial, nada más. Sin embargo, para alguien que está luchando por trabajar ejerciendo su profesión, para lo que se ha formado en la Universidad durante cinco años, invirtiendo dinero y esfuerzos en grado y máster, volviendo a su ciudad y apostando por el autoempleo, os aseguro que es algo así como una patada en el estómago. Ya no solo por el contenido del mensaje, sino por la manera de llegar a él: primero me pregunta por mi vida laboral y después me invita a formar parte de su mundo de cosmética, porque parece ser, mi vida tal cual es, resulta ser bastante mierda, ya que gano muy poco dinero y lo que de verdad necesito es vender cremas.

La vida del autónomo que dedica un buen porcentaje de su tiempo a trabajar desde casa: sin blanca, y como no te descuides, acabas en bata todo el día (Johnny Depp, en un fotograma de la película: La Ventana Secreta).

No le bastó mi educada negativa inicial, ya que siguió insistiendo en el tema, y yo sacando balones fuera, tratando de hacerle entender que para mí en este momento no es posible comprometerme con otra fuente de trabajo (que sí, que me conozco y que para mí eso no iba a ser ningún hobby ni ningún momento de relax, tal como ella argumentaba), que no tengo dotes de comercial ni tampoco tiempo, fuerzas o claridad mental para ello, aunque parezca que día a día no hago nada porque no trabajo 8 horas al día en una oficina. 

A mi no me importa que ella aspire a eso (utilizando sus propias palabras), que decida invertir tiempo en esa tarea, además de su trabajo, su casa y su familia. Encuentro respetable lo que las personas decidan hacer con su tiempo, pero puede que a mi no me apetezca acabar mi jornada laboral y ocupar mi tiempo libre, o bien el del sábado o domingo, invirtiendo esas horas en realizar clases de belleza y venta de productos. Puede que yo sea otro tipo de persona, puede que aspire a otras cosas en la vida. Si pensó que podría captarme solo planteando el beneficio económico, se equivocó conmigo de medio a medio.

Me llego a sorprender a mí misma a veces, ya que no era consciente de lo férreos que son mis principios e ideales. Me visualizaba invirtiendo mi preciado tiempo libre en esa actividad, y me vi a mí misma siendo bastante infeliz, renunciando o recortando el tiempo de las cosas que realmente me motivan. Y aunque el beneficio económico fuera realmente el que ella me planteó, dudo que me compensara. Cuando comienzas algo por tu cuenta debes ilusionarte y volcarte en ello, invirtiendo la mayor parte tu tiempo y esfuerzo, al menos si quieres tener alguna posibilidad de que funcione. ¿Qué sentido tendría para mí empezar a aspirar a otra cosa? Sería como renunciar a mis princpios y a mi profesión, en pos de algo supuestamente más fácil y rentable. Si hubiera querido seguir un camino fácil, mis decisiones en la vida habrían sido otras. Sin embargo, elegí el camino en el que creo.

Espero que, sea quien sea que lea estas líneas, sus elecciones le lleven al lugar donde quiere estar, y no donde otros le dicen que debería estar. Mucha suerte para aquellos que comienzan algo. Os deseo la capacidad de convertir en estrellas a las piedras del camino.

¡Nos vemos en el próximo té!