La vuelta a los horarios y los quehaceres me está costando más que nunca. He llevado muy bien las tres semanas de, digamos, "vida contemplativa" que he tenido el privilegio de vivir entre agosto y primerísimos de septiembre.
Ya no quiero volver a las cosas que me hacen sentirme mal conmigo misma: ese aspecto de la vida que has aceptado que "tiene que ser así" y no queda otra, que te cuesta más de lo que debería o que sientes que no fluye con facilidad y exige un gran esfuerzo por tu parte. ¿Será que me estoy haciendo una "floja"?
El caso es que volver a levantarme pronto me ha costado muchísimo durante dos semanas, en las que el despertador ha formado parte de mis sueños durante los 20 primeros minutos de comenzar a sonar. Me apetece ordenar cosas en casa, limpiar... Empezar a tener claridad mental comenzando por tener el espacio de la casa organizado y visualmente libre de "ruido". Es lo que más me motiva a la acción durante estos días, mucho más que el propio trabajo. Eso y saber que llega el fin de semana y puedo liberarme de nuevo de los horarios y quehaceres varios y puedo dedicarme a lo que me pueda apetecer. Que tampoco es que sea precisamente "no hacer nada", sino tener otro tipo de actividad más presente y disfrutada.
Ayer di un gran empujón al trabajo pendiente porque tenía muchísimo acumulado, y acabé con un dolor de cabeza tremendo. No creo que fueran más de 3 ó 4 horas seguidas de trabajo al ordenador, pero fue suficiente para levantarme una especie de jaqueca. ¿Es mi cuerpo diciéndome que me lo tome con aún más calma?
Por otra parte, estoy empezando a valorar seriamente limitar noticias y pantallas, ir abandonando la hiperconectividad como idea para recuperar algo de energía y tener más claridad mental. Estamos metidos en una vorágine de conexión constante que no favorece estar en sintonía cuerpo y mente. Es más, creo que cuantas más horas de pantalla y vídeos random recibo, menos ganas y capacidad de resolución de problemas tengo. ¿O será al revés? ¿Que evito resolver ciertas cuestiones metiéndome al móvil a ver si me distraigo?
Qué mundo absurdo vivimos... No creo que sea la única que está en esta tesitura. ¿Pero por qué esta vida, tan surrealista? No sé si vivíamos mejor antes, probablemente en ciertos aspectos vivir era más sencillo, aunque no creo que todo lo de antes sea mejor. Pero estar menos conectados era mejor idea que el planteamiento de vida que tenemos actualmente. La verdad que con el móvil para llamadas y mensajes cortos y el messenger en el ordenador ya valía, ¿no? Ahora llevamos el aparato a TODAS partes. ¿Cómo ponemos límites a eso?
Sé que en cierto modo esta es una entrada de lo más insulsa. Y algo falta de sustancia. Pero últimamente me encuentro divagando muchas veces sobre la idea de hacer algún tipo de retiro o vivir en el pueblo, atendiendo el jardín, paseando por el campo, cocinando tranquilamente sin prisas... No es viable para mí actualmente, pero no deja de ser una idea atrayente. De momento trato de hacerlo el fin de semana; el último reducto del Homo laboralis en el que puede disfrutar de su vida tal y como fue concebida, es decir, manejando el tiempo a su deseo.
¡Nos vemos en el próximo té!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuéntame tú ;)