lunes, 14 de octubre de 2019

Mermelada de escaramujo

Mi abuela solía hacer mermelada de escaramujo.

El escaramujo es el fruto de un arbusto del rosal silvestre. Es una baya de color rojo intenso, que cuando madura está ligeramente "blandita". Por dentro tiene unas semillas ásperas y duras, recubiertas de pelos que son desagradables al tacto en la lengua (son muy astringentes). Sin embargo, dentro del fruto maduro también hay una especie de pasta de sabor dulce y ácido a la vez, que se obtiene si aprietas con delicadeza la baya. Como cuando aprietas el tubo de la pasta de dientes. Se considera medicinal, por su contenido en vitamina C y otros antioxidantes. 

Bayas de escaramujo
El sabor es como otros frutos rojos silvestres, bastante intenso, ácido y dulce a la vez, también aromático. En parte se parece al sabor ácido del tomate, pero por otra parte no. Recuerdo que íbamos a recoger los escaramujos en este tiempo. A veces venía mi abuela también, otras veces solamente mis padres y yo, y llenábamos varias bolsas.

Los frutos apenas son de 1 x 2 cm (los más grandes), y lo más difícil es exprimir esa especie de pasta que contiene la baya sin sacar los titos ásperos. Hay que apretar con cuidado. De cada escaramujo apenas se obtiene un hilito de esa pasta dulce. ¿Cuántos kilos de bayas se necesitarán para hacer apenas un tarro de esa mermelada? No tengo ni idea, pero me aventuro a decir que al menos un par de ellos.

Recuerdo la paciencia con la que mi abuela extraía el jugo del escaramujo, baya a baya, en las tardes de otoño. Una infinita paciencia y cuidado para extraer lo mejor de algo que, desde luego, te lo pone muy complicado, tanto en calidad como en abundancia. 

Supongo que de eso trata también la vida, de ir aprovechando todo lo que te ofrece. Mi abuela también hacía otro tipo de mermeledas, más "agradecidas", más fáciles. Pero también le gustaban estos retos. Le gustaba porque para ella significaba extraer todos los valiosos nutrientes de la baya de escaramujo en un tarro de mermelada, para que endulzáramos nuestras mañanas y a la vez aprovecháramos todos sus beneficios. 

Mucho más sencillo es hacer los escaramujos en infusión, pero sabe más amargo que una mermelada.


¡Nos vemos en el próximo té!

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