jueves, 7 de junio de 2018

Podría ser cualquiera

Vuelvo sin saber exactamente por qué me fui, y sin saber exactamente por qué vuelvo. El caso es que aquí estoy, de nuevo frente a la página en blanco. Puede que me haga un té.

Creo que ya ha pasado demasiado tiempo desde que empecé a autocuestionarme mi propia existencia. No sé si es debido a los días nublados en junio, pero puede que este tiempo "a destiempo" me esté afectando. Es como un letargo que se va alargando, como el remanso estanco en el que me encuentro. Pero, al igual que esta Primavera intempestiva, puede que ya me esté resultando extraño. 

Días como estos me recuerdan a mis años de estudio en otra ciudad. Allí era extrañamente feliz a mi manera. Sé que no viví los años de universidad de una manera plena, o al menos como lo viven otras personas, pero la sensación de soledad que a veces me angustiaba era también muy liberadora en otras ocasiones. Echo de menos salir de casa hacia plaza España pasando por Mantería, el barullo de gente por las mañanas, la humedad y la luz gris que lo bañaba todo. Caminar rápido entre un montón de gente desconocida sabiendo que nadie iba a interrumpir mis pensamientos, perderme otra vez, descubrir una calle nueva y dar gracias a mi pésimo sentido de la orientación. Entrar en algún pequeño comercio o asomarme a los escaparates... Siempre con una idea subyaciendo en mi subconsciente; aquella frase mítica de la película Rango: "¿Quién soy...? Podría ser cualquiera...". Esa extraña libertad es de la que hablo. 

El viaje entre quién eres y quién quieres ser puede resultar peligroso además de complejo. Por lo delicado del proceso. Y porque para mí "quién eres" y "qué haces" está muy relacionado. Muchas de las cosas que hace años deseaba que me ocurrieran, o deseaba hacer, han tenido lugar de un modo muy diferente al que yo tenía planificado. Algunos anhelos que vagaban por mi mente mientras caminaba por aquella ciudad de días grises y húmedos, de muros de piedra llenos de sol, de calles sombrías con librerías de incógnito, de noches llenas de luces y misterio, van cristalizando ahora. Pero yo necesitaba que hubieran llegado más rápido... que hubieran llegado en aquel momento. Siempre he tenido la sensación de que las cosas en mi vida ocurren solamente cuando el engranaje lo permite, por mucha cuerda que le quiera dar al reloj para que vaya más rápido. Y así estamos ahora, que me siento un poco a destiempo de mis propios deseos.

Supongo que este es el tiempo para gestar los próximos sueños, visualizándolos en las entretelas de la realidad mientras se asoman tímidamente en cualquier rincón, en cualquier objeto, en cualquier calle de mi ciudad natal. Ahí están... esperando. Pero no los puedo cazar ahora. Supongo que habrá que esperar y ver en qué nos convertimos mañana. Y seguir haciéndonos esa pregunta... ¿Quién soy...? Podría ser cualquiera..."

¡Nos vemos en el próximo té!
Tiempo y humedad
Reloj de manecillas e higrómetro, bellamente adornados con ese soporte de forja.
Su emplazamiento solitario siempre me fascinó. Foto en perspectiva desde la
Plaza de la Libertad. Curiosa analogía.

2 comentarios:

  1. yo añadiría somos lo que pensamos, hacemos, pero también lo que desconocemos de nosotros, muchas veces yo misma no entiendo mis comportamientos. Supongo que los días grises de junio ya habrán pasado, cierto que las expectativas o las cosas muchas veces se alejan a lo que había imaginado nuestra cabeza, pero supongo que eso forma parte de la sorpresa, la sorpresa de la vida, si no sería tan aburrido...

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    1. Sí que pasaron ya los días grises de junio, pero cada mes trae lo suyo, créeme jajajaj
      Muy cierto, somos también lo que desconocemos de nosotros. Quién más quién menos, guarda una serie de comportamientos, tics, pensamientos, emociones y sentimientos que están por ahí enmarañados, o reprimidos, bien guardados en algún lugar, que no hemos procesado porque no sabemos o porque quizá haya cosas que no nos guste reconocer... Sea lo que fuere, y sin desviarme más del tema, uno debe proyectarse. Yo, lo que cuento en el texto, es que a veces lo hago inconscientemente. Soy una persona muy planificadora, pero no se puede planificar una vida al milímetro, eso lo sé... debe haber sorpresas, giros y cambios, más o menos inesperados. Por ello hay cosas que intuyo, a veces un recuerdo, una memoria o algo así me conectan con lo que soy y lo que quiero, o lo que espero. Como el viento que de repente sopla sobre la veleta y la hace girar, para que recuerdes cuál era la dirección del viento y saber qué rumbo tomar. No sé si me estoy explicando. Es algo para mí que está muy dentro, y sacarlo con palabras es limitarlo mucho.

      Gracias de nuevo por leer y comentar! Un saludo Rebeca

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