martes, 30 de septiembre de 2025

"Arte" artificial

Y digo yo, ¿en qué clase de mundo vivimos que estamos dejando que la IA se apodere de las creaciones que vemos y escuchamos? No solo está dentro del móvil o el ordenador, se cuela en la cotidianeidad de nuestras vidas, en las marquesinas de los autobuses, en los carteles que anuncian la feria taurina de nosedonde cuando vas a comprar la barra de pan a la tienda de barrio... Y ya se sabe que hay empresas (o quien sea) programando IAs para crear canciones y álbumes de bandas que son puramente IA, para conseguir escuchas en Spotify. Acojonante, la verdad. 

Mientras tanto, aquí estamos los humildes creadores del, ya no diremos del underground, (porque en esa categoría ya se engloban bandas de renombre que no consiguen cifras obscenas de reproducciones), diremos más bien del under-underground, con nuestros 4 oyentes semanales en Spotify y nuestras buenas horas echadas a la hora de componer, arreglar, grabar y editar nuestras canciones. Gastando tiempo, recursos y sobre todo, dinero para grabar en un estudio con el que te asegures sonar lo mejor posible. Si hablamos de los artistas gráficos y fotógrafos... Su negocio se ha ido a la porra en tiempo récord. Me parece una vergüenza que ayuntamientos y empresas sigan utilizando IAs para generar imágenes y no tener que pagar los derechos de una foto o contratar a una persona que les diseñe el cartel de las fiestas de su pueblo. ¿Cómo somos tan estúpidos?

Ayer se abría este mismo debate en redes sociales porque el actual ministro de Cultura hablaba sobre legislar para poner limitaciones a la IA: por una parte, quieren que la IA no pueda sustituir nunca el trabajo de un creador y por otra, que los modelos de lenguaje no puedan ser entrenados con obras protegidas por derechos de autor sin remuneración y sin la autorización expresa de los creadores. Me parecen cosas razonables, aunque estamos llegando tarde para eso. Bueno pues en ese vídeo, los comentarios iban en sentido... "sí, regular y prohibir para cobrar derechos!". Y yo pregunto, ¿qué problema hay con los derechos de autor? ¿No puede un artista cobrar por su trabajo? Desde luego que podríamos entrar a debatir acerca del ínfimo margen económico que dejan las escuchas en plataformas de streaming... ¡pero al menos dejan algo! Pero que se utilicen mis canciones para alimentar a una IA, o bien que utilicen la voz de un artista para los fines que sea... ¿por qué eso es lícito? ¿Es que las obras, por el hecho simple de "estar en el mundo", ya pueden ser automáticamente utilizadas por la IA sin que su creador pueda hacer nada por evitarlo? 

Igual nadie va a utilizar mi voz para que una IA cante una canción, pero me jodería mucho que así fuera. Porque es mi voz. Punto. ¿Por qué tiene que estar mi voz cantando lo que a un pavo/a le dé la gana? ¿No nos damos cuenta del peligro que reviste? ¿De la vulneración de derechos? Por otra parte, que se estén creando canciones por IA para generar escuchas también me parece deleznable. Estamos banalizando el proceso creativo, algo que es propiamente humano y que las máquinas solamente son capaces de "replicar". ¿Hasta qué punto una canción generada con IA es una creación real y no una replicación de multitud de patrones? El sentimiento o la necesidad de "crear algo" surge del ser humano, de sus vivencias, de su talento, de su trabajo, de su tiempo... No del apremio de crear otra canción más para generar dinero. Ahí no hay un fin creativo, sino puramente económico.

Si no ponemos freno a esto, en muy pocos años lo único que vamos a escuchar en las radiofórmulas son canciones creadas por IA. Canciones creadas por una máquina: el colmo de la obscenidad de esta industria. De este mundo. Donde incluso se quiere y se desea que el trabajo de un artista pueda ser sustituido por el que una máquina para maximizar el beneficio económico. Está claro que al capitalismo nunca le han interesado demasiado los artistas, y muchos de los trabajos artísticos que vemos y escuchamos se han concebido de manera paralela a otra actividad profesional que sí funcione como fuente real de ingresos. Tampoco es lo suyo, pero ha sido una realidad con la que los artistas han convivido años y años. Ya no solamente hablo de aquellas personas, que son muchas, con vena artística que desarrollan su actividad creativa en sus ratos libres y no tienen mayor pretensión que la de disfrutar del proceso... Hablo de muchos artistas cuyo mayor deseo es dedicarse profesionalmente a vivir de sus creaciones y no pueden, y con una gran aceptación de la realidad en que vivimos compaginan su actividad artística con un trabajo que paga las facturas. En este contexto, la IA es la estocada final.

Lo que más me entristece es que este nuevo contexto se acabe normalizando y las futuras generaciones no sientan la necesidad de crear una canción, de aprender a tocar un instrumento, de pintar o dibujar... Que no sientan la necesidad de crear, y la humanidad acabe siendo una máquina productiva, sin inquietudes vitales que solo vive para producir, no vive para vivir. Es decir, ¿al final quién va acabar siendo la máquina?

La única esperanza es que siempre puedan quedar algunas mentes inconformistas que se resistan a doblegarse ante ese paradigma árido y devastado, y sigan sintiendo esa necesidad de expresar. Que sigan sintiendo, en definitiva.

¡Nos vemos en el próximo té!


miércoles, 17 de septiembre de 2025

Rutinas

La vuelta a los horarios y los quehaceres me está costando más que nunca. He llevado muy bien las tres semanas de, digamos, "vida contemplativa" que he tenido el privilegio de vivir entre agosto y primerísimos de septiembre.

Ya no quiero volver a las cosas que me hacen sentirme mal conmigo misma: ese aspecto de la vida que has aceptado que "tiene que ser así" y no queda otra, que te cuesta más de lo que debería o que sientes que no fluye con facilidad y exige un gran esfuerzo por tu parte. ¿Será que me estoy haciendo una "floja"?

El caso es que volver a levantarme pronto me ha costado muchísimo durante dos semanas, en las que el despertador ha formado parte de mis sueños durante los 20 primeros minutos de comenzar a sonar. Me apetece ordenar cosas en casa, limpiar... Empezar a tener claridad mental comenzando por tener el espacio de la casa organizado y visualmente libre de "ruido". Es lo que más me motiva a la acción durante estos días, mucho más que el propio trabajo. Eso y saber que llega el fin de semana y puedo liberarme de nuevo de los horarios y quehaceres varios y puedo dedicarme a lo que me pueda apetecer. Que tampoco es que sea precisamente "no hacer nada", sino tener otro tipo de actividad más presente y disfrutada.

Ayer di un gran empujón al trabajo pendiente porque tenía muchísimo acumulado, y acabé con un dolor de cabeza tremendo. No creo que fueran más de 3 ó 4 horas seguidas de trabajo al ordenador, pero fue suficiente para levantarme una especie de jaqueca. ¿Es mi cuerpo diciéndome que me lo tome con aún más calma? 

Por otra parte, estoy empezando a valorar seriamente limitar noticias y pantallas, ir abandonando la hiperconectividad como idea para recuperar algo de energía y tener más claridad mental. Estamos metidos en una vorágine de conexión constante que no favorece estar en sintonía cuerpo y mente. Es más, creo que cuantas más horas de pantalla y vídeos random recibo, menos ganas y capacidad de resolución de problemas tengo. ¿O será al revés? ¿Que evito resolver ciertas cuestiones metiéndome al móvil a ver si me distraigo?

Qué mundo absurdo vivimos... No creo que sea la única que está en esta tesitura. ¿Pero por qué esta vida, tan surrealista? No sé si vivíamos mejor antes, probablemente en ciertos aspectos vivir era más sencillo, aunque no creo que todo lo de antes sea mejor. Pero estar menos conectados era mejor idea que el planteamiento de vida que tenemos actualmente. La verdad que con el móvil para llamadas y mensajes cortos y el messenger en el ordenador ya valía, ¿no? Ahora llevamos el aparato a TODAS partes. ¿Cómo ponemos límites a eso?

Sé que en cierto modo esta es una entrada de lo más insulsa. Y algo falta de sustancia. Pero últimamente me encuentro divagando muchas veces sobre la idea de hacer algún tipo de retiro o vivir en el pueblo, atendiendo el jardín, paseando por el campo, cocinando tranquilamente sin prisas... No es viable para mí actualmente, pero no deja de ser una idea atrayente. De momento trato de hacerlo el fin de semana; el último reducto del Homo laboralis en el que puede disfrutar de su vida tal y como fue concebida, es decir, manejando el tiempo a su deseo.

¡Nos vemos en el próximo té!