lunes, 27 de noviembre de 2023

Papel en blanco

Más de un año sin publicar una entrada. También más de un año (y casi dos), desde que escribí la última canción hasta el momento. Respecto a lo primero, llevo varias intentonas de retomar el blog: dos o tres artículos que parecen haber quedado para siempre atrapados en la categoría de "borradores". Respecto a lo segundo, ha habido un par de ratos de sentarme con la guitarra a componer y querer crear algo, pero he acabado abandonando la idea. 

Por aquí nadie me ha echado de menos: no hay comentarios nuevos desde hace muchos meses. Con respecto a la música, no estoy segura de tener un público ahí afuera que esté esperando nuevas canciones. Con la publicación del nuevo disco a primeros de este año, esperaba otro tipo de respuesta o repercusión que no se ha conseguido. Aunque para ser justos, quizá situara mis expectativas en un lugar demasiado elevado. A decir verdad, muchas personas nos han dado un feedback positivo y hemos vivido bonitas experiencias por el camino. Pero, de nuevo, no lo que yo esperaba, al menos "no todo".

El proceso creativo necesita de una introspección, de sincerarse con uno mismo, de verse cara a cara y sobre todo, de una necesidad interna de tener algo que decir. Pero cuando todo ello se transforma en  grabaciones varias, invertir dinero, videoclips, fotos para promo, estadísticas, número de escuchas, número de visualizaciones, impacto en RR.SS.,... Se acaba desvirtuando todo de una manera triste y descorazonadora. De aquel proceso creativo, de aquel impulso... ¿realmente qué llega al espectador/oyente final? ¿Somos capaces de salvar esa distancia hasta alcanzar de lleno en el alma de al menos un 0,01% de nuestro público? Y en cualquier caso, ¿qué somos sin ese público, meros árboles que se caen en el bosque en soledad, cuestionando su propia existencia? Todo ese ruido que hay entre medias del germen de una canción y la escucha final por parte del oyente, puede acabar empañando el mensaje, el pulso, la onda...

Y no digamos a la inversa... Si realmente gusta y llega, ¿hasta qué punto somos capaces de sintonizar con esa vibra del público, de captar sus sensaciones? No sé, igual estoy divagando y empezando a correr el riesgo de dejar de nuevo esta entrada en la bandeja de borradores por falta de cohesión en el texto... y en mis pensamientos.

Que quiero volver a esa introspección sin condiciones, sin expectativas. A ese proceso creativo sincero y sereno, sin estadísticas... Sin escuchas ni visualizaciones. Solo yo, la guitarra y un papel que va, poco a poco, dejando de estar en blanco.

¡Nos vemos en el próximo té!