lunes, 6 de febrero de 2017

La ciudad de las estrellas

"El sueño de tu vida no siempre se corresponde con la vida de tus sueños"


No voy a hacer una crítica de la película, que podrá ser mejor o peor técnicamente, porque no soy experta en cine ni pretendo serlo; quiero hablar de lo que me ha transmitido como espectadora. Es más, me gustaría huir de análisis técnicos, agravios comparativos y palabrejas enrevesadas que tanto hacen las delicias de críticos y cinéfilos (sin que nadie se ofenda). Sobra decir que esto va con spoilers incluidos

Entré en la sala de cine sin muchas expectativas, esperándome la típica superproducción hollywoodiense, porque era lo que me parecía (es más, es la estética que la película persigue). Las primeras escenas de baile y música me confirmaron todo lo anterior, hasta que empecé a conocer la historia detrás de cada personaje: una actriz buscando su oportunidad para triunfar, un músico buscando la oportunidad para hacerle entender al mundo cuál es la música que merece la pena. La pasión y la frustración es lo que, cósmicamente, les hace coincidir, entrelazando sus destinos y dándoles la oportunidad de construir algo juntos. 

Los dos están de vuelta de muchas cosas, sobre todo él, lo que en un primer momento le hace perderse la oportunidad de conocer a la primera persona que en mucho tiempo ha sabido apreciar su música. Pero el destino le brindará otra oportunidad más adelante en una fiesta, y ambos saben que no pueden dejarla escapar. Cuando ésta acaba y él la acompaña a su coche, el hilo conductor de la escena es "mira, no me gustas, es una pena que sea una noche encantadora, pero... vaya, no hay ni una pequeña chispa, lo siento". Al menos eso es lo que los personajes se dicen verbalmente, pero no es lo que está ocurriendo dentro de ellos, como así lo deja claro el primer número de baile que interpretan juntos. La química es casi instantánea. El problema no es el corazón, sino la mente que te está diciendo que no te ilusiones y que intentes rebajar las expectativas (o más bien, aniquilarlas).


La noche acaba y se despiden sin siquiera darse un número de contacto. Pero es evidente que él no lo necesita, ya que sabe dónde encontrarla: en la cafetería donde trabaja. Obviamente, allí estará él al día siguiente, para invitarla al cine. ¿Clásico? Obviamente. Pero hay un problema: ella tiene pareja, y la cita del cine coincide con una cena de negocios con su novio formal. Ahí es donde ella toma su primera decisión vital. Acepta ir a la cena, pero no por mucho tiempo. Sabe el mundo que se ha abierto ante sus ojos (o que podría llegar a abrirse) y no puede dejarlo escapar. Se levanta de la mesa y se va corriendo al cine. 

Allí está él, ya un poco escéptico, pero sentado en la butaca correspondiente. Se miran, ella se sienta, y no median palabra. No necesitan hacerlo, la comunicación entre ellos es fundamentalmente a través de las miradas. No sé qué habría sido del guión sin ese factor añadido. Este es el primer peldaño de una relación que empieza. Comienzan a pasar mucho tiempo juntos, a compartir sueños e inquietudes. Él la anima a escribir su propia obra de teatro, y ella le insufla a él la suficiente vida como para que se de cuenta de que debe luchar por su sueño, aunque para ello deba aceptar un trabajo que no le gusta, para en el futuro poder montar su propio club de jazz.


Su relación es intensa, no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que la influencia de uno en el otro es profunda y transformadora. Poco a poco va pasando el tiempo y la vida, surgen momentos, ideas, canciones, oportunidades, discusiones... El bache de rigor de toda película, la crisis en la relación. Y también la gran oportunidad de ella, el momento de salir al extranjero, trabajar duro y luchar por lo que ha estado soñando en la ciudad de los sueños. Él le dice que debe centrarse por completo en ello, lo que conlleva dejar su relación.

Años más tarde, la vemos a ella: estrella triunfadora del momento, reputada actriz, carrera económicamente solvente, alta costura, casa enorme, marido con traje, hijos con asistenta... ¿Es la vida que quieres? Nos preguntamos todos, sentados en las butacas. El director ya se encargó que todo aquello no nos encajara mucho. Ella y su nuevo marido salen a cenar, y después a escuchar música. El destino, veleidoso y juguetón, decide que entren en el club de jazz de él: abarrotado de gente, con vida, músicos profesionales, público amante del género... Pero su mirada, vacía, sin chispa ¿Es la vida que quieres? Nos preguntamos todos, sentados en las butacas. Él la encuentra con la mirada. Se sienta al piano, y comienza a tocar su canción. Lo más sincero de toda la escena. De nuevo las miradas y la retrospectiva, en la que vemos cómo hubiera sido su vida juntos si vivieran en un mundo perfecto, sin contratiempos, complicaciones o incompatibilidades.


Termina la canción. La tensión que ha provocado entre los dos ese torbellino de emociones es palpable, casi se materializa. Vuelve la duda a la mirada de ella, como aquella vez en el restaurante, en que decidió salir corriendo de allí para reunirse con él en el cine. Pero la decisión que toma esta vez es muy diferente: se levanta de la silla con su nuevo marido, comparte una última mirada de complicidad con él, y ambos abandonan el club. Ella se decidió por su nueva vida: el éxito de su carrera pesó demasiado. Quién sabe si la vida le volverá a ofrecer otra oportunidad para decidirse.

Su andanza juntos les sirvió para reforzarse: ambos fueron para el otro el impulso que necesitaban para brillar. Lo que es seguro es que la huella que se han dejado mutuamente es muy difícil de borrar. Ambos se tendrán presentes el uno al otro durante el resto de su vida, como algo más que el mero recuerdo de una relación pasada.

Esto es una película, pero la realidad también es así de caprichosa: nuestra vida no siempre resulta tal como la habíamos imaginado, y a veces tenemos que transigir con ella, aceptando las cosas que no pueden ser. O puede que seamos nosotros, que dejamos escapar unas oportunidades por aferrarnos a otras que pensamos que nos van a hacer más felices. Nuestras ambiciones y expectativas nos ciegan en ocasiones, impidiendo que veamos lo que de verdad es esencial y lo que no lo es tanto.

Lo dicho... El sueño de tu vida no siempre se corresponde con la vida de tus sueños.


2 comentarios:

  1. ¡Qué bien volverte a leer! tu blog había desaparecido momentáneamente, je,je. La verdad es que después del spoiler puedo decir que me esperaba una película totalmente diferente, por suerte no tenía intención de ir a verla. Creo que en la vida no siempre optamos por lo que nos hace más felices si no por lo que nos parece más correcto.

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    1. Hola Rebeca!! Merece mucho la pena ver la peli, para mi fue un disfrute visual y la música es muy buena. Siento que hayas leído el spoiler :O Pero igualmente te animaría a verla: este es un resumen muy somero de la película, pero tiene muchas más lecturas.
      Totalmente de acuerdo contigo en el último punto; de hecho, para mi la película es bastante realista, pese a estar enmarcada en una estética casi de ensoñación. Es justamente ese delgado equilibrio entre realidad y sueño lo que está haciendo que esta peli arrase (creo...). Mi humilde opinión ;)
      Muchas gracias por comentar!!

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